Tuesday, July 03, 2007

Tonacatecuhtili, el ser en el centro


No es fácil reunir el valor necesario para por fin comprender y mirar al misterioso ser en el centro, mirar a la cara a la terrible bestia multicolor, al gran monstruo de la existencia.

Como un espejo, todo aquello que existe es un reflejo de ese gran ser, ese ser es un reflejo de todo aquello que "es" y lo "es" todo en un mismo tiempo. Su sola presencia ordena el caos del que parece estar rodeado. Rocas, mares, animales y plantas, todo aquello que nos consta; todos somos parte de su cuerpo; planetas, galaxias, nebulosas, soles; todo lo imaginable, intangible; todos somos, quizá, parte de su mente.

En su infinita sabiduría, esta hermosísima bestia multicolor no conoce la piedad. Es una bestia indolente que no se apiada de nadie, ni de nada. La parte humana de esa gran bestia es infinitamente pequeña en comparación con el resto de ella misma, por eso es que resulta necio el insistir en rezarle o pedirle cualquier cosa que a la existencia humana en particular concierna, o a la animal, o a la que sea.

Como en un espejo, la bestia se refleja sobre todo lo que existe, todo aquello que llega a tener lugar es un reflejo de la bestia misma; la bestia es la existencia misma vista de un solo golpe, de igual manera en que nuestros cuerpos, nuestras caras y nuestros ojos, tienen la capacidad de reflejar, de una sola vez el total de quienes somos, pues son el pulsar materializado de algo que viene de adentro, de algo que puede no parecer físico, ni comprobable, de algo virtual y absolutamente subjetivo y que sin embargo existe: nuestra mente; su superficial conciencia y su profundísima obscuridad subconciente. Sentada en medio de ambas, en el punzante filo entre ambas, observando en silencio, pulsando, como un corazón holográfico que en vez de bombear sangre, bombea existencia, cístola, diástola, así es como vive la bestia. En tremenda, constante y eterna agitación y en tremenda, constante y eterna relajación, cístola, diástola. En el lugar en que todo cambia y todo permanece constante. El nombre de su hogar es Omeyocán.

La existencia, dura y comprobable es una pulsación, una emanación de algo que parece auto sostenerse y auto generarse, algo en el centro de las cosas, que crea los patrones y los impone a través de una única ley: la atracción de todas las cosas hacia él, siempre hacia él, hacia el centro. La bestia impuso este mandato a nuestros cuerpos y nuestros cuerpos obedecieron, y con el tiempo, llegamos a llamar a esta ley, gravedad. De igual manera, la bestia impuso esta ley en nuestras mentes y en todo nuestro ser subjetivo y nuestras mentes también obedecieron. Con el tiempo, a dicha imposición le llegamos a llamar amor, y es con esta marca en nuestros cuerpos y almas que vamos por este mundo misterioso. Y esta ley nos ata y esta ley nos nutre y nos guía por la oscuridad del mundo. Y es con palabras de instinto que la bestia nos habla, palabras fuera de las palabras, con sensaciónes siempre obscuras que emanan de nuestro centro y para las cuales, nuestro pequeño y aún rudimentario lenguaje no tiene símbolos para explicar. Inmersos en nuestra propia cultura, ignoramos la mayoría de sus palabras,y las ignoramos porque no las entendemos, como no entendemos nuestros sueños, como todo nuestro mundo inconciente,que misteriosamente corre en paralelo a nuestra mente común, in the background, como una imagen fantasma en el fondo de una pantalla de televisión.

Pero es en el silencio que su voz se escucha, y es con el tiempo que su voz se entiende. Una sola de sus palabra y el mundo cobra un nuevo sentido, una sola de sus palabras nos regresa al camino, la bestia nos nutre y nos provee de todo lo que nos hace falta, èl es el señor de nuestro sustento. Su suave voz es nuestro pan de cada día.
Feuertrunken!